Alexis Díaz-Pimienta: Con viejos mapas hacia alguna parte (III y final)

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Foto: Rodrigo Valero

Algo pasa con esta entrevista. Ya fue explicado el lapso en que anduvo «extraviada», hecha ceros y unos entre el ordenador del poeta y el de la periodista. Y cuando finalmente ve la luz, lugar común que mejor se ciñe a la cintura ancha de esta conversación, y más aún, cuando parecía que ya nada podría limitar su tiempo vital en el ciberespacio, vuelve a tropezar en algún vericueto informático de desconocida naturaleza. Se rompió la PC, señoras y señores.

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Alexis Díaz-Pimienta: Con viejos mapas hacia alguna parte

Aclaración:  Si esta entrevista fuera un manojo de uvas habría sacado yo de ellas un excelente vino. En julio de 2013, cinco años hace ya, terminé de poner en blanco y negro las preguntas que quería hacerle a Alexis Díaz-Pimienta, un amigo sumado por ese entonces a la lista de Facebook. En Facebook, es sabido, uno tiene amigos y amigos. Y Díaz-Pimienta empezó siendo lo segundo para terminar, bastante rápido, convirtiéndose en lo primero. El poeta demoró en responder. Luego yo demoré en escribir. Del proceso de añejamiento ha salido este diálogo que, al menos, ojalá tenga buen espíritu.  Confío en la cepa.

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El viento trae hambre de abrazos

Eduardo GaleanoA los 74 años, en un hospital de Montevideo, Eduardo Galeano cerró los ojos y dejó que el viento silbara dentro de él por última vez.

Sabía el uruguayo que cuando llegara este día, el viento seguiría estando, porque el viento, no recordaba exactamente si lo había dicho Vallejo, a veces cambia de aire.

También Galeano cambió de aire. No encuentro otra explicación para esta hambre de abrazos que sobreviene.

Silba el viento dentro de mÌ. Estoy desnudo. Dueño de nada, dueño de nadie, ni siquiera dueño de mis certezas, soy mi cara en el viento, a contraviento, y soy el viento que me golpea la cara.

La ventolera. El libro de los abrazos.