La maga del pan

A los 10 años descubrí que mi mamá era maga. Era 1993 y, en un abracadabra, el Período Especial (que también fue ¿mágico?) desapareció casi todo lo que me gustaba: el refresco de botellas, el pan con croqueta, la leche condensada, las señoritas que papi traía en bandejas…

Yo recuerdo algunas cosas y otras no. Recuerdo, por ejemplo, que fue un tiempo de desencuentros entre mis padres, que discutían mucho, todos los días. Estuve esperando que se divorciaran, como empezó a ser la norma entonces, pero no lo hicieron. De alguna forma se mantuvieron juntos, por nosotras, por ellos. Echaron mano de lo invisible. Y aguantaron.

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Gilfredo Boán Pina y la horma de su zapato

La libertad de andar rompiendo fango descalzo, en los vericuetos de La Fidelina, Gilfredo Salvador Boán Pina (Majagua, 1937)  la cambió un día por la “dictadura” de los versos octosílabos. Tal “sumisión” a la métrica del arte poética vino a confirmar la idea de que hasta los espíritus más libres encuentran alguna vez la “horma de su zapato”.

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Made in MiMamá

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Creo que nunca le dije que en realidad sí era linda. No únicamente porque ante los ojos, en efecto, era agradable, bella. Si no, y sobre todo, porque había en ella tanto de amor y dedicación, tantas horas de empeño, de estudio, de voluntad… No quiere decir que todo lo que se haga con voluntad sea hermoso, que por ahí hay cada engendro voluntarioso que mete miedo. Pero aquella blusita hecha a mano por mi madre estaba linda, solo que ya había pasado su tiempo y la próxima vuelta de la moda demoraría en llegar.

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Alexis Díaz-Pimienta: Con viejos mapas hacia alguna parte (III y final)

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Foto: Rodrigo Valero

Algo pasa con esta entrevista. Ya fue explicado el lapso en que anduvo «extraviada», hecha ceros y unos entre el ordenador del poeta y el de la periodista. Y cuando finalmente ve la luz, lugar común que mejor se ciñe a la cintura ancha de esta conversación, y más aún, cuando parecía que ya nada podría limitar su tiempo vital en el ciberespacio, vuelve a tropezar en algún vericueto informático de desconocida naturaleza. Se rompió la PC, señoras y señores.

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Alexis Díaz-Pimienta: Con viejos mapas hacia alguna parte (II)

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Foto: Rodrigo Valero

Si me dices que Prisionero del Agua es anterior a la Crisis de los balseros no cometeré el error de enunciar que la novela fue premonitoria, pero sí que da una cierta cosquilla en el estómago, incluso siendo publicada después, haber descrito con tanta verosimilitud la tragedia de miles de cubanos en altamar.


En lo particular, ¿cómo te afectó este momento crítico de la Historia reciente de nuestro país? ¿Consideras que marcó un punto de inflexión en la sociedad cubana, suficiente como para escribir sobre él tanto como se ha escrito? 

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Alexis Díaz-Pimienta: Con viejos mapas hacia alguna parte

Aclaración:  Si esta entrevista fuera un manojo de uvas habría sacado yo de ellas un excelente vino. En julio de 2013, cinco años hace ya, terminé de poner en blanco y negro las preguntas que quería hacerle a Alexis Díaz-Pimienta, un amigo sumado por ese entonces a la lista de Facebook. En Facebook, es sabido, uno tiene amigos y amigos. Y Díaz-Pimienta empezó siendo lo segundo para terminar, bastante rápido, convirtiéndose en lo primero. El poeta demoró en responder. Luego yo demoré en escribir. Del proceso de añejamiento ha salido este diálogo que, al menos, ojalá tenga buen espíritu.  Confío en la cepa.

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Malas noticias: Haier roto

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Justo un mes después de saldar la deuda en el banco se rompió el refrigerador. Con mi salario de periodista demoré los 10 años que el Estado previó como plazo para liquidar el crédito del Haier, más alguna que otra mora que debo agradecer a la feroz burocracia que sobreviene cuando se cambia de centro de trabajo.

El técnico en refrigeración  dice que el «padecimiento» es mortal, que congelará un tiempito más y abajo será un horno, más «lloviznao» que nunca, y que la solución está en cambiarle todo el mueble, porque esos aparatos son casi desechables. La lista de espera de muebles en el taller de reparaciones, lo supe después, no se ha movido desde 2015. O más bien sí: ha crecido. Ni siquiera me dieron un número para guiarme, lo cual, me suena a mala señal.  Sigue leyendo Malas noticias: Haier roto